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Diario de Barrios

Puntales, donde asoma la ciudad

En el sur de una ciudad al sur se extiende una lengua de tierra donde habita uno de los barrios más antiguos y más identitarios de Cádiz: Puntales. Antes una isla urbana separada del centro por casi cuatro kilómetros sin poblar de un pasado no muy lejano. Presidido, como París, por una torre de hierro. Puntales, entre militar, industrial y marinero. En sus entrañas y en sus raíces se encuentran enormes puntales de madera que encallan en las tierras arenosas para poder construir los hogares. De ahí su nombre. Si su símbolo que se alza sobre su castillo recuerda a París, su arquitectura originaria evoca Venecia. Barrio de Puntales con siglos de historia e historias. Asedio pirata, entrada de barcos de cada confín del mundo, Guerra de Independencia y Revolución Industrial. Y pese a todo lo vivido, conserva intacta su esencia.


Cuentan que nació en la mitad del siglo XVI. En torno a la construcción del Castillo de San Lorenzo. A su alrededor se crearon huertas y hogares para vigilar la obra. Aquel primer asentamiento provisional, tan alejado de la ciudad originaria, fue para siempre, se amplió con casitas de pescadores y creció poco a poco en el paso de los años. Aunque no fue hasta la pasada década de los 50 y los 60 cuando Puntales empezó a reconocerse tal y como es hoy en día. Una trama urbana que creció empujada por la implantación de fábricas, la Central Termoeléctrica, los terrenos aeronáuticos, las viviendas protegidas y un tejido vecinal y asociativo que pronto se unió para reivindicar mejoras para el barrio. Ese Puntales, el del olor fabril, dotó de identidad obrera, humilde y currante. Una identidad en torno a una plaza pública donde se detiene el tiempo y la gente. Una identidad que tiene su máximo exponente en un dirigente vecinal tan admirable, querido, comprometido y luchador como José Manuel Hesle, que actualmente tiene un paseo junto al Atlántico con su nombre en esa zona de Cádiz por la que tanto se sacrificó y antepuso su bienestar.


Puntales. De deporte en el Campillo, de madrugadas largas de verano en San Lorenzo, de su Fiesta de Los Cañones, sus recreaciones históricas, de unos vecinos que saludan por el nombre, de buenos amigos en torno a un balón, de Mati, Adri o Parralo, de una gente que se reconoce, que es abierta, hospitalaria y gaditana. “Somos el primer pueblo de Cádiz”, dicen entre guasa y orgullo. Puntales de barquillas en el mar de la Bahía, de Levante con fuerza y una ciudad que se asoma desde sus fortalezas y balaustradas. Puntales que hoy es indudablemente un barrio mejor que hace ocho años. Se ha transformado por completo gracias a una apuesta decidida por el entorno. La remodelación completa del frontal que da al mar, la creación de dos espacios verdes, la reorganización de Bajeles, un tramo de carril bici, el nuevo alumbrado público, un huerto urbano, rutas turísticas que cuentan su pasado y la creación de espacios amables con árboles, bancos y fuentes. Puntales, como dicen los vecinos, es un barrio mucho más habitable, amable y sostenible. Puntales está para fotografiarse, por eso hay dos puntos concretos donde autoretratarse con el teléfono móvil.


Pese a ello, quedan proyectos que se complementarán en un breve periodo de tiempo. Entre ellos, un parque infantil, la urbanización de la calle Dársena, un punto de información turística que explique todo lo que Puntales fue y es, la pasarela que se adentrará en el mar desde el Paseo Marítimo José Manuel Hesle y el arreglo del Campillo. Además de que la Junta apueste de una vez por el barrio y, en el solar que le pertenece y se encuentra sin contenido, opte por la construcción de viviendas en régimen de alquiler social para la gente joven. Si depende del tejido vecinal, seguro que lo hará. Porque lo han demostrado y han peleado cada centímetro de Puntales. Tarde de Primavera. Se deja sentir el Levante. Hasta aquí llegaba el agua cuando botaban un barco, cuentan mientras señalan una calle de cemento. Se detiene un autobús de línea en dirección al Centro. En los orígenes del barrio bajar a Cádiz era casi una aventura. Ha cambiado Puntales. Sobreviviendo a siglos y guerras. Y sin embargo. Y pese a todo. Siguen siendo el mismo lugar de tierra arenosa desde donde se abrió a la ciudad y a la vida.

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