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Diario de Barrios

Cortadura, puerta de la ciudad al continente

“El largo istmo que sirve para que el continente no tenga la desdicha de estar separado de Cádiz” que, como saben, escribió Galdós empieza -o acaba según se mire- en Cortadura. Puerta de entrada. Puerta de salida del núcleo urbano (que no de Cádiz que se extiende hasta el río Arillo) con el resto del mundo. Cortadura un barrio de fortaleza militar concluido justo antes del asedio francés, en 1811, una playa que fue virgen hasta prácticamente los años 80 y 90 y una urbanización que tuvo lugar ya a finales del pasado siglo. La última extensión de Cádiz, dijeron entonces, los límites estirados hasta rozar con uno de los espacios más singulares y con potencial de Cádiz: el Parque Natural de la Bahía, punto fundamental para la transición ecológica tan necesaria en este contexto.

Cortadura es tan joven que aún conserva en la retina sus otras vidas. Aquella cárcel, con su patio, que se extendía en lo que ahora es el Ciudad de Cádiz desde el 62 al 84. La vieja fábrica de cervezas SKOL, en lo que hoy alberga la Plaza Jerez, y que fue demolida en diciembre del 91. La extinta bolera, el enorme HiperCádiz de varias plantas, los primeros edificios con nombres propios: Alfa, PrinciCádiz o Delfines. Y ese terreno de Cádiz, esos cuatro carriles de avenidas que fueron ganados a la arena de la playa.

Cortadura, puerta de entrada. Barrio residencial. Zona dinamizadora. Hoy, Cortadura colinda con el Atlántico, la vía del tren y la Zona Franca. Espacio de deporte y vida desde que las migajas de la Expo de Sevilla trajeran consigo la apertura del mayor polideportivo de la ciudad. 

Cortadura, puerta de entrada. Barrio residencial. Zona de vida. Donde la infancia y la adolescencia van de camino cualquier mañana a sus colegios e institutos, donde el parque infantil y la zona de Telegrafía dota de carcajadas y zonas de estancia, donde se construyen los nuevos edificios para los vecinos y vecinas de Cádiz, donde resisten, como una reliquia, como otro mundo que fue, almacenes, fruterías, juguetería, bares familiares, comercio local y tejido de barrio en su máxima expresión.

Hoy, Cortadura tiene cuentas pendientes pese a las numerosas conquistas. El compromiso, por fin, de las siguientes fases de Matadero. La rehabilitación de un Ciudad de Cádiz, haciéndolo sostenible, en el que no se había invertido ni un céntimo desde su apertura, la instalación del tejido social en los bajos del Telegrafía, el carril bici hasta la salida de Cádiz, las inversiones en la Báskula que ha perfeccionado un espacio referente de la cultura en la ciudad, las mejoras del Tierno Galván que aspira ahora en convertirse en un cole absolutamente accesible e inclusivo, y también uno de los huertos urbanos de la ciudad.

Cortadura, inversiones en su superficie, inversiones en sus entrañas: como las obras de adecuación y modernización de la Estación de Bombeo de Aguas Residuales, la modernización de la red de suministros o el nuevo depósito de aguas pluviales para evitar los vertidos a la Bahía.

Y lo mejor es que Cortadura está cargada de proyectos: como el de la Plaza del Telegrafía para deportes urbanos al aire libre, calistenia, parkour, gimnasia de mantenimiento y skate. Proyectos como más vivienda pública en la zona de Matadero, la inversión prioritaria en la lonja, la mejora del alumbrado público y acceso al Instituto Cortadura. Mejoras necesarias para la vida y el barrio.

Cortadura. Puerta de entrada. Dicen quienes regresan a la ciudad del exilio que cuando atraviesan la fortaleza militar se llenan los pulmones de aire. Es entonces cuando el olor a Cádiz inunda los sentidos y te confirma la vuelta al hogar. Qué privilegio ser el primer encuentro histórico del retornado. Qué privilegio ser punto principal de aquel istmo que describió Galdós.

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