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Diario de Barrios

Trille, rincones gaditanos y del cante

Como tres pequeñas aldeas, separadas por una carretera estrecha y aisladas del trajín continuo de Extramuros, se esconden Trille, los Porches y Tacita de Plata. Trille, el barrio de los Cantes de Cádiz, Alegría, Siriguiya y Mirabrás. El barrio otrora de los laberintos de naves y fábricas, del paso a nivel de la vía del tren, del cine Brunete, y el edificio más antiguo de la zona nueva de Cádiz: Tartessos. Un patio, un espacio lleno de inclusión, diversidad, deporte y convivencia. Donde colectivos como Cardijn dibujan, en este contexto de odio, el modelo de sociedad por el que merece la pena luchar.

Los Porches, edificios enormes de ladrillos desnudos. Una plaza circular en el centro, alzada, donde conviven los juegos, la infancia y las vecinas que se sientan a tomar el fresco. Bares con nombre y apellidos, vecinos que se conocen desde principios de los tiempos, desde que se mudaran allí, a los imponentes bloques donde conviven las familias. Los Porches, de galería y callejones, de una frontera que marca la avenida de la Sanidad Pública.

Y los patios de la Tacita de Plata. Un remanso de casitas bajas, de pequeñas plazas con vida, de jardines mimados por los vecinos y de rincones coquetos donde se detiene el tiempo y el ritmo frenético al que acostumbran las ciudades.

Y allí, asaltan los recuerdos del viejo asador de pollos, de las noches de agosto en el cine de verano, de la búsqueda de las sombras y el viento en los patios de la Tacita, de los partidos interminables en la pista de la asociación María Auxiliadora y los cinco barcos piratas. Cuentan los vecinos con nostalgia que hay zonas del barrio de Trille que nacieron viejas. Vecinos humildes que fueron realojados en el propio barrio en la década de los 90 ante la situación infravivienda y hacinamiento que sufrían en los hogares.

Sin embargo, aquella reconstrucción, que seleccionó por sorteo a los vecinos que se quedaban en el barrio, mantuvo barreras arquitectónicas que aún hoy exigen -más de tres décadas después- que se eliminen. Así es Trille, de limpieza impoluta dentro de su patio, de vecinos que conviven y se ayudan, de ropa tendida como recuerdo y presente. De un muro blanco que lo divide, de un sentimiento gaditano, carnavalero y flamenco que planta cara a cualquier otra zona de la ciudad.

“Los jóvenes de Trille estamos construyendo algo nuevo”, reza en un cartel de una foto de los 80. Y lo construyeron. Hicieron un espacio nuevo, lejos de la depresión, las dificultades y las zancadillas, como el fuerte azote de la droga, que fueron capaces de superar. Algo nuevo como esperanza, algo nuevo como camino, algo nuevo desde el plural y la colectividad.

Porque los Porches, Tacita de Plata y Trille son zonas que se hicieron a sí mismas, que se abrieron a Cádiz sin olvidar ese carácter tan familiar y cercano que aún hoy sobrevuela en el barrio. Porque su identidad se combina con zonas más amables, con un carril bici que vertebra la zona, con el tráfico calmado que hace más seguro el camino a los coles de la zona y con conciertos de música en plazas como la de las Porches, lugares donde se negó la cultura y hoy la reivindican, se desarrolla y que vendrá acompañada de más bancos y espacios de convivencia.

Además, ahora, afrontan uno de los proyectos más ambiciosos que se desarrollarán en la ciudad: la transformación urbanística de la Tacita de Plata. Nuevos hogares y lugares inclusivos que disfrutarán no sólo los vecinos y vecinas que conviven allí, sino la totalidad de los gaditanos y gaditanas. Todo esto mientras esperan los vecinos del patio ‘Alegrías de Cádiz’ que la Junta acometa de una vez las obras que eliminen las barreras arquitectónicas de una vecindad que cada vez necesita más espacios inclusivos, amables y sin tantos escalones.

Así se hará, así se desarrollará en esas aldeas gaditanas que escapan del ruido y el trajín, de esos espacios de amabilidad en una urbe de ritmo frenético, en unas zonas donde los jóvenes un día decidieron construir algo nuevo. Y hoy echen la vista atrás con la mirada limpia de quienes consiguieron lo que un día reivindicaron en un cartel.

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